La incidencia de la época en la nuevas formas de síntomas

Freud en el Malestar en la cultura  (1930)nos indica que tal como ha sido impuesta la vida nos resulta demasiado pesada ya que nos depara excesivos sufrimientos ,decepciones y empresas imposibles. Para poder soportarla ubica entre otras posibilidades a los narcóticos  que a su decir nos tornan insensibles a ella.En relación a esto Freud se pregunta acerca de que esperan los hombres de la vida y nos contesta ,” aspiran a ser felices” . Dado que el sufrimiento nos amenaza por tres lados, desde el propio cuerpo condenado a la decadencia y a la aniquilación, desde el mundo exterior capaz de encarnizarse con nosotros y finalmente desde las relaciones con los otros seres humanos .Justamente entonces es importante ubicar allí a las drogas como esos quita penas que nos dejan escapar del peso de la realidad. Lacan en la Sesión de clausura de la jornada de carteles de la ex escuela freudiana de Paris, se refería al consumo como una manera de sortear la barrera fálica y de romper con el significante fálico para encontrar un goce infinito. Todo esto que se plantea lleva al sujeto a una búsqueda de ganancia infinita y a una cuota de independencia anhelada en relación al mundo exterior.

Lipovetsky en La felicidad paradójica, nos dice acerca de la misma  y nos adelanta lo que ha sucedido en el hipercapitalismo, que ha tenido como vector la estimulación perpetua de la demanda ,comercializando y la multiplicación  infinita de las necesidades. La vida en presente, el vivo hoy  y el hedonismo son las princesas de esta nueva corte. Nos relata que el consumidor no solo quiere su bienestar material sino también el confort psíquico, pide y consume armonía interior de allí el inextinguible mercado de nuevas espiritualidades nos dice el autor. La época se ha vuelto propicia para que te enseñen de todo y lo consumas.

Por otro lado sabemos con Freud cuando en el Complejo del semejante nos habla de lo irreductible de tramitar respecto al otro, o sea esa diferencia que no hay forma de taparla y desde Lacan cuando se refiere al significante de una falta en el Otro y luego ya al objeto petit a como resultado de la operatoria entre el sujeto y el Otro, que nos deja sin posibilidad de seguir desmintiendo esa diferencia. Ese mutuo reconocimiento de limitación abre por ende un espacio de sociabilidad. 

Cuando decimos con Lacan que el toxicómano tiene un cortocircuito con el Otro justamente nos estamos refiriendo a este aspecto,  a evitar del Otro eso que incomoda y que nos llevó a evitar la intersubjetividad. Con la droga se trata justamente de eso , de un goce que no pasa por el Otro. Freud a ese encuentro con la diferencia lo llamó das Ding o lo traumático, Miller lo llamó goce cínico, Zizek goce del individuo y Lipovetsky goce hedonista.

Nos queda claro que nada de lo que ocurre en la época nos es ajeno a los psicoanalistas y sino como dice Lacan en Función y campo de la palabra y el lenguaje (1953), que renuncie a serlo.

Trabajar el síntoma entonces es disolver el “para todos” que masifica los goces dado que nuestra práctica apunta a otra forma de tratarlos en su particularidad. Por ende el psicoanálisis tiene una incidencia en el discurso de la civilización para y desde el síntoma tal como lo plantea Lacan en su última enseñanza al mismo, encontrar la singularidad que lo construye y desde donde lo localiza. Ese es el porvenir del psicoanálisis a mi entender.

Mabel Levato, Buenos Aires, 20 de marzo 2020